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Espera en Dios

Por: Pastora Meri Acevedo


¿Es fácil esperar en Dios? Sinceramente, NO. Es algo que a muchos nos cuesta.


El Salmo 25:5 dice: “Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día”.


La Biblia enseña que temer a Dios es el principio de la sabiduría.Entonces sería propio decir, que el principio de la “imprudencia” es la arrogancia. Si confiamos en nosotros mismos, solo podríamos llegar hasta lo que nuestra “inteligencia” conoce.


Entonces…¿por qué nos aferramos en querer depender de nuestra propia “capacidad”, teniendo un Dios de infinito conocimiento y poder, que quiere ayudarnos, guiarnos y bendecirnos?

David fue un hombre que aprendió a poner toda su confianza en Dios, esto puede verse en el Salmo 25 que él escribió. Es cierto que en algún momento de su vida fue arrogante, dejándose llevar por sus propios pensamientos, pero fracasó. Sin embargo, siempre que confiaba en Dios, Él guardaba su vida y le concedía la victoria.

El mejor ejemplo de esto lo encontramos el día que los filisteos vinieron contra el ejército de Israel, quienes atemorizados por aquel gigante arrogante que los desafiaba, nadie le quería hacer frente, ni aun el mismo rey.

Entonces llegó David, siendo un jovencito, a visitar a sus hermanos que se encontraban en el campamento frente a los filisteos. Y viendo que NADIE quería encarar al gigante, él se brindó voluntariamente. Pero, para el rey era IMPOSIBLE que un jovencito de su edad y sin ninguna experiencia bélica, pudiera ir contra un guerrero como Goliat y vencerlo. Sin embargo, después de escuchar los argumentos de David, le permitió hacerlo.

David sabía que él NO dependía de sus fuerzas físicas, sino de Dios. Sabía que “Jehová de los ejércitos” estaba con él, por lo tanto, su victoria estaba asegurada.


Sus palabras a Goliat lo confirman:

“Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; más yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos… Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré…”


Goliat confió en sus “capacidades”, pero David confió en el poder de Dios, y de un solo golpe lo venció.


Conclusión: “Los que confían en Jehová, no serán avergonzados” (Salmo 25).




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