Por: Mareleney Rodríguez
Directora, Ministerio de la Mujer
CoG North Central Hispanic Region
Cuando un niño no dice la verdad, pronto nos damos cuenta que está mintiendo; sin embargo, y aunque se debe corregir a la criatura, él/ella no tiene la capacidad para desarrollar una mentira a mayor grado. Muy distinto a un adulto. Hay varios tipos de mentira, pero para efectos de este blog solo mencionaré algunas de ellas.
1) Las mentiras que hacen daño y no benefician a nadie.
2) Las que surgen por el mero placer de mentir.
3) Las mentiras dichas para complacer o quedar bien con los demás.
4) Las mentiras para sacar un beneficio.
5) La exageración e información tergiversada.
6) La calumnia
Cada una tiene consecuencias, y una de las más graves es la calumnia, ya que con ésta se daña la reputación o imagen de algún inocente con un provecho malicioso y egoísta. La Biblia dice, “No mentirás”, esto es una orden, no una sugerencia. A menudo, algunos dicen que las “mentiras blancas” son compasivas, y muchos pecados se justifican aludiendo al hecho de que son necesarios para alcanzar ciertos fines. Sin embargo, la Biblia no habla de mentiras blancas, de hecho, no tienen color; simplemente son calificadas como pecado.
La mentira en la forma que sea es desobediencia a Dios. El Evangelio de Mateo nos exhorta a que vuestras palabras sean “sí o no”… pues lo extra del mal procede, esto incluye nuestras acciones. ¿Alguna vez le han mentido a usted? ¿Alguna vez ha estado usted tentado/a a decir una mentira? Y por qué no preguntar: ¿Alguna vez ha dicho usted una mentira? Nunca olvidemos que la verdad siempre sale a la luz tarde o temprano… y cuando sucede avergüenza, desacredita ydeshonra. Y si la persona se salió con la suya, más adelante quera volver a mentir, y con el tiempo la mentira será siempre su aliado de escape. Esta vergüenza puede ser pasajera, pero lo que no es pasajero son las consecuencias de nuestras palabras.
El que usa la mentira como un escape o como una solución, pronto es atrapado como el pez que muerde la carnada. El mentiroso no tiene el respaldo de Dios, vive angustiado y preocupado de que lo descubran. En ocasiones evade por temor a ser cuestionado. En el mundo la mentira es pan de cada día, mas no debe ser así entre nosotros “el pueblo de Dios”. Hablemos verdad desde nuestros púlpitos, en nuestras conversaciones cotidianas, en nuestras relaciones de hermanos y hermanas, líderes, etc. Que el mundo que nos rodea vea en nosotros transparencia y honestidad… algo que a veces nos traerá resultados no muy agradables, pero es mejor estar bien delante de Dios, que ser aplaudidos.
Sean gratos los dichos de nuestra boca….
