¡Lo que está en el corazón de Dios nadie lo puede cambiar! ¿Qué hay en el mío?
Por: Helen Santoyo
Pastora, Cone
xión 3:16 COG
En el corazón de Dios hay amor y perdón. ¿Podríamos decir lo mismo tu y yo? Somos llamados a amar a Dios sobre todas las cosas, después a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. (Marcos 12:30-31). ¿Qué quiere decir “como a nosotros mismos”?. Hoy en día la sociedad promueve el amor propio. Si cuido de mi y me pongo en primer lugar me estoy demostrando amor propio. Pero el amor propio puede llegar a usurpar el lugar que le pertenece a Dios y a otros.
La verdad es que si buscamos en nosotros mismos el amar y ser amados encontraremos que somos pecadores, insuficientes, hasta incapaces de amar; no tan solo a nosotros mismos, pero también a nuestro prójimo y para algunos tal vez, aún a Dios. ¿Por qué? Porque constantemente nos juzgamos por un lente equivocado. Tratamos de encontrar la solución a nuestras faltas y deficiencias en nosotros mismos.
Cuando reconocemos que Dios ve nuestras faltas y debilidades y aun así nos ama, entonces llegamos a entender que en nuestro corazón también hay amor y perdón. El amor de Dios es transformador y al aceptarlo podemos amar a Dios sobre todas las cosas, pues sólo su gracia nos sostiene. Entonces podemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos porque entendemos humildemente que somos hijos de Dios, perdonados y escogidos por Él para cumplir su misión.
Colosenses 3:12 nos dice: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia.” Sólo así podemos demostrar lo que hay en el corazón de Dios aquí en la tierra y compartir la esperanza que sólo se encuentra en Dios. Para esa persona, tu puedes ser el único Jesús que conozcan. Ama con el corazón de Dios.
