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Los cambios necesarios son saludables

2 Corintios 3:18: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”.


El “cambio” puede ser intimidante para algunos y para otros innecesario. Hay quienes lo ven como un reto, y otros como una gran oportunidad para el mejoramiento. Sin lugar a dudas, los cambios son necesarios, si no me cree busque el álbum familiar y encuentre una fotografía suya. Obsérvese bien y piense seriamente si quisiera verse igual (no estoy hablando de la edad). A decir verdad, en su mayoría, los cambios nos han beneficiado. En esta etapa de metamorfosis, el ser humano no sólo cambia físicamente; también madura, crece y adquiere experiencias que lo pulen para ser mejores padres, madres, líderes, pastores, ciudadanos, etc.


¿Ha escuchado estas frases: “Así lo hemos hecho siempre”, “ya lo tratamos y no funciona”, “así estamos cómodos”, “la gente no quiere”, “yo estoy conforme con lo que hago”, “a mí nadie me dice qué debo hacer”, “mejor unos pocos santos que una iglesia llena de irreverentes”, “somos pocos, pero fieles”, “esta es la música que agrada a Dios”, “así lo hacía el pastor anterior”, “este edificio es una reliquia”, “me siento cómodo con la rutina” “para qué tratar cosas nuevas, eso no le agrada a Dios”, etc.? Todas estas palabras son un reflejo de una mentalidad raquítica, egoísta y sin visión por el crecimiento de la obra de Dios.


Reafirmamos que Dios no cambia, en Él no existe sombra de variación. Tampoco cambia el mensaje ni la doctrina. Ahora bien, hay cambios que son necesarios en el nivel de liderazgo que sea, y se necesita valentía para reconocerlo. Lamentablemente, algunos se han quedado contemplando los ventanales de vitral y se han privado de ver los verdaderos rayos del sol que imparten luz para ver el camino. Han ignorado los consejos sabios y se han quedado embelesados contemplando las glorias del pasado. Es tiempo de evaluar aquellas áreas que necesitan ser modificadas o cambiadas urgentemente. Pero Dios no descenderá del cielo a hacer lo que nos toca a nosotros. ¡No le tenga miedo a los cambios; téngale miedo a ser como el siervo que enterró el talento por temor y también por perezoso! Los cambios necesarios son saludables y producen crecimiento. No podemos dejar que la iglesia o los ministerios se derrumben por falta de sabiduría.


El cambio no existe para traer separación entre ancianos y jóvenes; tampoco se hace para competir o para estar en tendencia. Los cambios son necesarios por la misión de la iglesia. El líder que no desee aprender no merece estar en ninguna posición de liderazgo. Tampoco el líder con actitud desafiante o aquel que cree que se lo sabe todo. Ojo, no estamos hablando de hacer cambios sin sentido. La excusa de decir, “así lo hemos hecho siempre y no vamos a cambiar” debe ser erradicada, porque si en realidad esta fórmula fuese espiritual, los frutos de las iglesias serían como las redes llenas de peces que arrastraban los discípulos en Juan 21:1-11. La pregunta es, ¿necesito yo como líder evaluar mi ministerio y hacer algún cambio___________? …llene el espacio. 


¿Qué hacemos?

  • Hacer una evaluación exhaustiva de nuestro liderazgo y analizar las áreas débiles que se deben modificar o cambiar. 

  • Confrontar nuestro orgullo ministerial y tomar la decisión de hacer los cambios que se ameriten por el bien de la obra de Dios. Nadie es tan espiritual como para creer que ya lo alcanzó todo. Ni Pablo mismo se jactó de ello, mucho menos nosotros.

  • Reafirmar las áreas fuertes y encomiar a quienes trabajan con nosotros.

  • Buscar líderes comprometidos con el llamado y con buena actitud, no personas que podamos manipular.

  • Buscar orientación cuando no sabemos cómo hacerlo. 

  • No ser defensivo con la crítica constructiva.

Recordemos que el cambio no es una meta, sino un medio hacia la meta. La iglesia debe siempre tener la misión en mente y no la tradición. Amamos esta obra y usted y yo haremos lo necesario para engrandecer el reino de Dios.


¡Los cambios necesarios son saludables!


Por Mareleney Rodríguez

Directora, Ascend




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